¿A QUÉ SE DEBE REALMENTE EL MIEDO AL DENTISTA?
Existe un verdadero pánico generalizado en la
población a acudir al dentista. En determinados casos este miedo tiene graves
consecuencias para la salud, puesto que se posterga constantemente la visita al
odontólogo lo que puede agravar el problema bucal y, casi siempre, dificulta el
manejo clínico y lo encarece. Este pavor parece incrustado ya en el
ADN de algunas personas, pero casi siempre es exagerado, e
incluso infundado, y se basa en una negativa y puntual experiencia personal
anterior.
A lo largo del tiempo
las razones han podido ser varias para consolidar este miedo al dentista,
«algunas son objetivas pero otras no tanto», reconoce Antonio Bujaldón,
secretario de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA).
Históricamente los
recursos que se han empleado para el cuidado de la salud bucodental han sido
agresivos y molestos para el paciente, una tendencia que se ha ido variando
sustancialmente en las últimas décadas. «Hace
tiempo los métodos que disponían los dentistas para realizar su tarea no eran
satisfactorios y provocaban dolor», apunta Bujaldón. «Esto
–asegura- ha hecho que una gran parte de los pacientes que tienen pánico al
dentista sean personas mayores que pasaron por malas experiencias en sus
visitas al dentista».
Miedo
heredado
Pero,
en mucha ocasiones, no ha sido necesaria una experiencia traumática anterior
para asumir un cierto temor al dentista. Es frecuente, según comenta el representante
de SEPA, que «los propios padres hayan trasmitido ese miedo a sus hijos; se
trata, en definitiva, de un miedo heredado y no objetivo».
Otros
análisis más subjetivos de las causas del miedo al dentista explican que
habitualmente el ser humano asume la cavidad bucal como una cavidad íntima que
es invadida por el dentista, que debe acercarse a una distancia intimidatoria y
que genera pudor.
Incluso, otras
investigaciones sitúan la base de este sentimiento de aversión al dentista en
el hombre de las cavernas. Se señala, por ejemplo, que nuestros antepasados
tenían «dentera» cuando en
sus cuevas un animal rasgaba sus uñas cerca, provocando el miedo; este ruido se
asemeja bastante al que genera también a veces el instrumental dental.
Más
tarde: más complejo y más caro
Pero,
independiente del factor o factores causantes, la realidad refleja claramente
que estas personas con un miedo al dentista suelen demorar la visita a la
consulta lo más posible; de hecho, asegura Bujaldón, «terminan acudiendo
finalmente, pero con problemas más graves y con la necesidad de realizar
tratamientos complejos y más molestos desde el punto de vista clínico pero, a
su vez, también más costosos».
En
general, opina Antonio Bujaldón, «los pacientes que menos miedo presentan son
los niños que acuden con frecuencia para revisar la ortodoncia», quien
argumenta que «éstos están acostumbrados a visitas sencillas, no traumáticas y
a que su salud esté controlada».
Por
ello, y según se recomienda desde SEPA, la mejor manera de evitar el miedo al
dentista es la prevención, efectuando visitas periódicas que eviten tener
problemas que requieran tratamientos complejos.
Consultas
agradables y sin dolor
Desde
esta sociedad científica también se insiste en el cambio extraordinario y
positivo que ha experimentado toda la tecnología dental. Como informa Antonio
Bujaldón, «se ha variado hasta la propia concepción del centro odontológico y,
como no, han cambiado enormemente nuestras herramientas de trabajo».
Se ha pasado de tener
que realizar los tratamientos casi siempre previa inyección de anestesia (con
una jeringa muy parecida a la de hace 150 años) a poder realizar tratamientos
sin dolor en infinidad de casos. Y es que la lucha contra el dolor se va
ganando con la constante incorporación de nuevos recursos, como el empleo de óxido
nitroso o geles anestésicos para tratamientos superficiales;
en este sentido, lo más novedoso son las terapias anestésicas basadas en
sistemas de administración anestésica computerizada: «permiten anestesiar con
precisión, sin o con mínimas molestias, a la vez que su diseño dista mucho de
la típica jeringa», apunta el Bujaldón.
El
mensaje es claro: el miedo al dentista se evita con visitas frecuentes al
odontólogo y con actitudes preventivas que favorezcan la salud bucodental.
Cuidado
con las muelas del juicio
Las muelas del juicio ocasionan molestias en al menos dos
tercios de la población. Sin embargo, muchos buscan ayuda cuando ya el dolor es
intenso y frecuente y llegan a la consulta con apiñamiento, reiterados flemones
o caries. En muchos de estos casos el retraso en la búsqueda de soluciones
profesionales para este problema radica en el miedo al dentista.
Todavía, a pesar de los avances en los tratamientos, existe
un miedo ancestral a todo lo relacionado con la salud oral y esto es muchas
veces lo que impide al paciente tomar la decisión de acudir a la consulta.
Además, la extracción de los terceros molares, las muelas del juicio, se vuelve
más difícil en aquellos pacientes que tienen ansiedad o miedo, según se refleja
en un estudio español publicado en el número de septiembre de la revista «International Journal of Oral and Maxillofacial Surgery».
Sin embargo, es una cirugía segura en la que apenas surgen complicaciones.
Un 72% de la población tiene al menos una muela del juicio
de difícil erupción y un 45% tiene problemas con el cordal superior.
La cirugía de extracción es una de las más frecuentes en los servicios de
cirugía oral y maxilofacial, indicada en casos de infecciones, molestias de
repetición durante la erupción, motivos ortodóncicos, caries, malposición o
patología asociada.
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